DIA DEL IDIOMA

Por: Isabel Mércol










23 DE ABRIL-DÍA DEL IDIOMA
«Diré que una vez más se ha verificado el contraste que en este país, al parecer maldito, hay entre las palabras grandiosas y 1os pobres hechos, entre el charlatanismo de feria de sus políticos y la angustia del hombre de la calle. Pocos países ha de haber el mundo como éste, en que todo empiece con mayúsculas, descienda luego a minúscula y termine, invariablemente, entre sarcásticas comillas: LIBERTAD, DEMOCRACIA, PATRIA, PROFESOR, DAMAS Y CABALLEROS, SEÑOR, GRANDES DESTINOS DE UN PUEBLO JOVEN Y VIGOROSO, SOBERANÍA, OÍD EL RUDO DE ROTAS CADENAS, AL GRAN PUEBLO ARGENTINO SALUD, ALTA MAGISTRATURA DE LA NACIÓN, EL PUNDONOR DE LAS FUERZAS ARMADAS...».
Ernesto Sábato- Mayo de 1960

Hace más de 10 años, desde la columna " Las Buenas Palabras" se propuso, primero a la audiencia de una radio y luego a los lectores, un espacio de reflexión sobre la corrección del idioma, abordando, semana a semana, distintos términos sobre los cuales los hablantes suelen tener dudas. Los plurales, el género, la variación de significados, los aspectos fónicos, parecieron interesantes dentro de un contexto de cambios curriculares en la enseñanza y de omnipresencia de los medios de comunicación en el seno del hogar.Pero hoy, el Día del Idioma, instituido en memoria de Miguel de Cervantes Saavedra requiere de los especialistas y de los usuarios una nueva mirada hacia ese patrimonio indudable del individuo y de la sociedad. Mirada que entraña, sin lugar a dudas, los «deberes inexcusables» que alguna vez señaló Pedro Salinas, porque quedamos a la orilla del vivir del idioma, mirando, sobre todo, cómo se enturbian sus aguas, es aceptar el olvido de la propia dignidad espiritual.Las palabras de Ernesto Sábato, escritas en la Revista Sur hace casi medio siglo, contienen un doloroso llamado de atención, y lamentablemente el tiempo transcurrido nos hace notar que ni hemos leído ni hemos escuchado las advertencias del ilustre escritor que todavía hoy sigue oponiendo su resistencia a la irresponsabilidad con la que tratamos, no sólo a las palabras, sino a la realidad misma.Porque ellas no pueden ser hoy las cortinas de humo, los eufemismos que nos sitúan en el plano de la indiferencia frente a los problemas que aquejan al conjunto de la sociedad argentina. ¿Cuántas veces leemos, escuchamos la cantidad de personas que viven «bajo la línea de la pobreza», mientras algún organismo estatal está «monitoreando la ejecución de los planes sociales» ¿Qué dimensiones tiene la gran preocupación por el desabastecimiento? Los camioneros están con «medidas de fuerza», el FMI pide «ajuste» y todos los hechos de corrupción serán investigados «hasta las últimas consecuencias». El jueves último muchos diarios titularon: «ZAFÓ MONTIEL». Buscamos en el diccionario todas las acepciones del verbo zafar (que deriva de una onomatopeya, esto es, de la expresión «zaf»): Desembarazarse, libertar, quitar los estorbos de una cosa -escaparse o esconderse para evitar un encuentro o riesgo -excusarse de hacer una cosa - librarse de una molestia. ».No quedan dudas que el hecho habla bastante mal del destinatario y de quiénes propiciaron tal acción.La palabra es correcta, el hecho debiera abrir una serie de reflexiones. El cuidado por el lenguaje pasa hoy por la vigilancia de sus significados más que por la corrección fonética o sintáctica. Sábato indicaba que todo se vuelve sarcástico y entre comillas para los argentinos. Por lo tanto, un anhelo lógico que nos conduzca hacia la salida de túnel podría ser el devolver a las palabras sus sonoridades intrínsecas, aquellas vinculadas con la honestidad del pensamiento y la rectitud de la conducta.«Hacerse poeta es enfermedad incurable», dijo alguna vez Cervantes. Nuestra «enfermedad» carece de poesía. Por ahora, tratemos de sacarle las comillas.

( Publicado en el Diario “El Independiente”- Suplemento FAMILIA Y CULTURA- 21 de abril de 2002)